jueves, abril 28, 2005

El Piercing .-


"El Piercing" de Claude Touzé.

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Todos tenemos un piercing, algunos son de metal, otros de plástico, de carne, incluso a niveles micro-celulares, a veces lo escondemos o lo mostramos. De esto me dí cuenta ayer cuando fui a ver a mis amigos de barrio, sus nuevos sabores y olores: sus novedades.

El Marcos y el Sergio eran los baywatch de Pedro de Valdivia con Grecia. Los salvavidas de mis tardes de aburrimiento, la efervescente cerveza con 34° de sopor, los asiduos a la ribera del Estadio Nacional, bullangueros, jocosos y mirones.
Antes de ayer, eran las sombras uno del otro y nunca los ví a cada uno solo. Hasta que leí y examiné la ecografía de la polola del Marco. Polola que antes no era más que “la niña que me mira”, y que ante nuestros estimulantes consejos, él respondía con “estoy bien solo”. Al final, perdió la virginidad para ser padre, y a los dos meses, su vida giró en 180°. Quedé helada. Pero él lo anunciaba como el nacimiento del mesías, mostraba los regalos, los hipoglós y las mamaderas que ya había comprado y apilado en una caja de cartón, forrada con papel de beisbolistas. Porque él no quiere que el cabro le salga mamerto, lo quiere activo y astuto, así que los deportes serán obligatorios. Lo tendrá pegado a su cabeza como un piercing, lo llevará a todas partes, y lo criará para que cuide a sus futuros hermanitos. Su polola, que tiene el piercing anidado en el útero, está de acuerdo.
Mientras miraba su cara de alegría, y de enamoramiento, me tocaba mis orejas desnudas y pensaba en lo difícil que resulta para mí embarcarme en un compromiso, y lo imposible que me resultan las proyecciones, de las posibilidades de terminar comprando cascabeles y pañales, y mi fobia a la leche.

Dos años atrás, todos salíamos del colegio y dábamos la última PAA, éramos cuatro, con la Natty, que luego de entrar a la U, nos dejó, se sacó tres piercing, y se puso el anillo de la polola perfecta, encerrándose en su casa. Compartíamos el lugar y el tiempo, el libre y el ocupado, daba lo mismo. Compartíamos los sueños y las carcajadas; ahora, ver al Marcos tan enganchado de su paternidad, me asusta. Me deja perpleja ese cariño que según él le nace del esófago, de esas nauseas, esos mareos, esas ansiedades y de ese vigilar el tiempo, pues tiene que estar disponible para sus tareas de padre. Incluso de ese miedo a que le peguen, siendo que antes era de los carboneros de toda venganza, mocha, discusión y piñiscones. Miro al Sergio y está, como siempre, en otra parte. Pero sé que también va en camino de un cambio, eso si, a su modo, con su ritmo. Comenzó con su look, con sus nuevos piercings en la boca, en la lengua, en la oreja, en la ceja, que le suman burlas a sus poleras cortas, sus pantalones ajustados, sus dreadloocs improvisados y sus pololas pre-púberes. Termino mirándome las zapatillas y me pregunto ¿En qué estoy yo ahora?.

A modo de autopista central, nuestras carreteras toman bifurcaciones distintas y dolorosas, porque las antiguas sintonías y armonías ya no corresponden como antes, se pierden en el ceda el paso del tiempo. Y con ello nuestras futuras lejanías, nuestros carretes que ya no podrán ser, mis tardes de ocio ya no renovadas por ellos, mis recuerdos de infancias finalizados, por fin como lo que son: recuerdos. Siento el abandono del tener que crecer, de los problemas que se presentan como lomos de toro y de las responsabilidades de nuestras decisiones. Siento mi egoísmo disfrazado de amor. Y ¡Como los quiero!. Vuelvo a mirar al Sergio, y sus piercing. Me río nerviosa… quizás un piercing no estaría mal, para seguir teniéndolos presente, aunque eso signifique mirarme al espejo, en búsqueda de la herida.
CloePosted by Hello

8 comentarios:

mirada dijo...

Cloe, ¡qué decirte que no sepamos ya! En teoría claro, la teoría es sumamente facil de entender, lo complicado es vivir en la práctica y para adelante siempre, me gusta este texto porque es un vía de escape para mí, creo que no tengo piercing de ningún tipo... :-) dirás estás mintiendo, bueno pues ya dije que creo, soltarlo todo y seguir para adelante con el mínimo peso posible a las espaldas. Si eso. No?
Miles de besos. Me gusta leerte :-)

unsologato dijo...

Interesante su nostalgia reflexiva oña Cloe. Me parece felinamente, que el mejor piercing para vos sería "de palabras", por ahí puede estar la herida y la dicha. Quién sabe.

Felino el saludo con ósculo.

Elisa de Cremona dijo...

piercing en el alma? puede ser?
qué añoranza esta...
un beso

Anónimo dijo...

hay gente
que es un piercing,
hay gente
que es un tatuaje
hay gente que ni huella te deja.....
hay gente que sin marcarte ya vivirá dentro tuyo siempre.....

@micronauta dijo...

Qué ganas de conocerte. Sencillo, directo. Lo dije bien? No se. No importa. Si importa. Me encanta como escribes. No... me encanta LO que escribes. En fin. Mail?: micronauta@canal.cl.

ultra dijo...

Mis amigos Hoy no conocen todas mis historias. Les cuesta imaginarme llena de tierra, con los juegos de chica y eso...

Mis compañeras en las selvas, las casas embrujadas y las trampas; optaron por volverse grandes todavia chicas.

Cambiaron las lonas por un par de tacos a la moda. La ropa entretenida por "calidad"...

Cuando las veo, la miro profundo y todavia les veo el pelo enmarañado, las calcetas abajo y las trivialidades saludables.

Hablan de platas y viajes y profesionalismo...

Yo sigo hablando de lo simple. Y las hago reir.

Porque les muestro quienes son debajo de tanto maquillaje.

Un besote.

Petruska dijo...

Crecer, dicen, duele un poco, no lo sé. Lo mismo uno crece sin dolor y va mejor. La intención de hacerse el grande porque tus problemas y obligaciones son más grandes, me imagino, difiere de lo que uno puede entender por crecer. Crecer pareciera es hacerse grande uno. Tan grande que el piercing en el ombligo ni se nota.
Cariños. P.
PD: Gracias por tu comentario, el gusto es recíproco, lo sabes.

Marcos Vasni Navarro Vargas dijo...

Hay gente que necesita un piercing cerrando sus labios...
Hay piercing que se extirpan a la fuerza o se caen de tu vida...