martes, noviembre 30, 2004

Con una lágrima en la gargánta.-




Tuve el agua cortada por un tiempo y el servicio recién se reestablece. ¡Y pensar que en el tiempo de corte en trámite tenía pareja!. Nadie que haya estado con quién no compatibiliza, me entenderá. Y por eso lo escribo.
Qué ganas de deshacerme de esa polifónica sombra cuando me acosaba a llamadas, cuando pedía explicaciones y cuando el “¿con quien más chateas?” titilaba en la pantalla del Pc. Cuándo cantaba esas canciones del Salo Reyes uúultimas de fomes. Últimas. Salo, por si lees esto, nada personal, sólo que eso de la lágrima en la garganta me sabe a cistitis, gripe, coqueluche y cuestiones así. Cero para el romanticismo-uno para la rutina. Llega a ser insoportable cuando tus amigas te cantan el “Un burrito San Vicente lleva carga y no lo siente”, porque al mino si lo tenía encima y si lo sentía, me pesaba. Ahora quedamos en eso de la amistad. Claáaro, de lo más amigos. Como si no viera en su cara la pica que le dá cuando miro a un mozo buen-moso y le pido un “sex at your home”, que digamos, es la especialidad de la casa. Claro, ahí amigablemente te deja un lindo tatuaje minimalista color púrpura y yo le intruseo la billetera en búsqueda de una evidencia que me deje comprobarle el mutuo free-lance. Igual le tengo cariño, me reí mucho con él. Pero me abrazaba tan-tan-tán bien, que su brazo peludo se convertía en soga. Como Salo Reyes lo conocí, cantando en un Karaoke, y como Salo se fué, haciendo una perfomance en un barucho estilo Wc, con baldosas blancas incluidas. Y ahora me queda la duda, de reconocerme una incompetente para este tipo de relaciones y convertirme en una idiota más de las que conozco, o ser un “As” en el taca-taca, yendo siempre detrás de la patada. Creo que se lo tendré que preguntar al chico del agua que ahora está por reparar el medidor, mientras el “burrito-San-Vicente” recomienda no mover la llave de paso.
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martes, noviembre 23, 2004

"So tell me what you want, what you really really want".



Érase del 2000, de donors y desodorantes lacrimógenos marca Spice Girls. Ahí pequeña-Cloe con sus trenzas a lo pipi-longs-toky, encaramada en el medidor de la luz, sin blusa, corbata, calcetines, sólo con jumper y sus zapatillas-tanque imitaba a la perfección a la británica de moda ante los vecinos y paseantes. Ella se juraba cantante y las bocinas de los autos lo corroboraban, mientras la abuela cortaba la FM. Cuando fueron las presentaciones de las alianzas, obviamente la regordeta-cuatro-ojos no podía salir, aunque estuviera más que preparada, pues las burlas serían mayores que los aplausos, y eso obviamente incidiría en el puntaje. Y era Primero Medio y querían ganar la mísera caja de helados panda. Cloe se guardó las ganas y lo dejó pasar. Pero la revancha vendría para la fiesta de graduación de Cuarto. El tipo que me gustaba me acompañó e iba con un Corsette ajustado, cuatro puntos buenos. Luego de la tradicional sacada de cresta producto de los tacos, llegó la hora de la barra libre y de los hits del recuerdo, decadentes, pero siempre memorables. Cual gigola la chica de falda plato se meneaba mientras el lente de contacto se le corría y terminaba viendo holográficamente la huida del acosado bailarín. Sorpresa me llevé cuando las compañeras que si tuvieron show en las competencias se percataron de que la futura filosofilla se sabía el repertorio picante al revés y el derecho, y la coreografía no la hacía nada de mal. Obtuve aplausos y tren musical. Esos bailes no los he vuelto a re-estrenar, aunque ayer tuve la oportunidad. Salí con mis amigas a un pub y me percaté de la presencia del antiguo bailarín, actual padre soltero, que acosaba con su fucsia expresión de “¿te acuerdas de esto? pero por favor no bailes”. ¿Qué iba a hacer?, las suelas de los zapatos ya eran bajas, lo picante se volvió a veces dulce y a veces amargo, y el tipo que se avergonzaba de mi, ahora me invita a su auto. Ahí Cloe responde “So tell me what you want, what you really really want”, porque no es un juego esto de dejar que te alisen las trenzas, con las fantasías no se juegan ya que las frustraciones, aunque cuesten una quina en el budlitzer, saben picantes y caras.Posted by Hello

jueves, noviembre 18, 2004

La Cruz de Fantasía


El primer cambio de luces lo tuve en una veraniega feria artesanal. Un chico punk vendía crucecitas, caracolitos, pajaritos bañados en oro. Tenía los ojos azules impresionantes, y yo que no veo como el “doggy” quedé deslumbrada. La playa del quisco se limitaba a ir del Mampato a la susodicha choza de paja. Obviamente le compré una cadenita para mi mamá, que por vez primera, también, me dejaba salir sola de vacaciones con la familia de mi yunta de entonces. Fue todo un hito en mi pre-pubertad cuando el chico anarco me pidió el teléfono, y me prometió ir a verme a Stgo, o hablarme o escribir. Como fuera quería volver a ver la tirita del sostén fucsia. El asunto es que las vacaciones se acabaron y entré a la infernal rutina del colegio. Se prendía la tele sola a las 7 y sonaban los malditos que cantaban “conseguir la medicina”. Odio esa canción. En fin, llegó abril, celebré mi cumpleaños y después de un par de días, llamó el adán perforado y acrílico. Quedamos en juntarnos en Plaza Italia, pero cachando que yo no sabia tomar ni una micro, tenía que venir a mi casa. Tenía planeado atenderle solamente en la escalera del edificio, pues mamá no conocía la historia. Llegó con una pinta absolutamente parafernálica, con su rostro y un mohicano amarillo, con un nuevo aro en la tetilla y con un tatuaje en pleno pecho desinflado. Estoy segura que mi mamá estuvo todo el rato detrás de la puerta escuchando la historia de padres separados, de sus hermanas casadas, de sus 22 años frustrados por el sistema. Yo no entendí eso del sistema, creía que hablaba de la micros, de los pagos de las cuentas, a lo más de su negocio de fina copia de joyería. Y tampoco le pregunté. El motivo de la visita era despedirse de mi, dejar un buen recuerdo, verme el tirante y a la vez venderme una cadenita. Tenía sida y la tri-terapia era exorbitantemente cara. Quería conseguir su medicina tal como los tetas cantaban al alba. Para que decir, que en octavo no tenia idea de qué era eso. Y por suerte sólo dejé ver la tirita. Le compré la cadenita para que cada uno quedara feliz, y después de eso no supe nada más. Hasta la semana pasada, que entre cambio de casa y floreros empapelados, leí su aviso funerario. El chico punk había muerto vendiendo cadenas en la calle, y su grupo de música publicaba la defunción. Me toqué el cuello y tragué saliva, ya no tengo ni cadena ni nada, me la robó un rapero en el paseo ahumada. Sólo me quedó un pedazo de diario que me recuerda que aquel chico buscaba con sus joyas de fantasías, la tirita veraniega de la primera vez, que habría sido su última. Posted by Hello

domingo, noviembre 14, 2004

Debo Trazo


Debo Trazo
a 2M.


Caderas obturadas achuradas
Brazos brillantes
Pecho estrecho
Cenos protectores
Cuerpo de ditorciones
Cuidame las proporciones
Que no veo
No veo, no leo
No leo
Ahí
pido la tacha para mis caderas
pido la borradura de tus brazos
pido la ausencia de mis pechos
pido el relato del cuerpo
pido mis ojos , desproporciones textuales
naturalidad cifrada.

Pido, luego debo.

Cloe.
Mayo 2004.-Posted by Hello

sábado, noviembre 13, 2004

El Tragaluz





Cuando chica mi pieza tenia un traga luz espectacular. No tenía que moverme de la cama para ver a la Sailor Moon y el cielo. Sin duda fue un incandescente orgasmo infantil por el sol. Siempre esperé que Tuxedo Mask bajara por ahí. Claro, si hubiera bajado, yo no habría sabido qué hacerle, ahora…10 años después, ya lo sé. Y digamos que prefiero la primera versión, pues la Premium sólo viene a trasformarse en aquello que intenta acallar mi actual fotofobia.
Cumplí años y me fui desarrollando (yo diría desenrollando, pues me dispuse a ocupar mi espacio, para terminar enrollándome, por el espacio ocupado). Así, mi cuerpo y las cosas, como un rompecabezas, se fueron separando, comenzando por mis padres, abuelos, pasando por mis gustos, hasta terminar con mi identidad. Murieron las personas que luego olvidé, y desaparecieron los infaltables.
Ahora ya no veo monitos, ni tampoco los dibujo. Ahora los escribo. Y por lo general lo hago de noche con las cortinas cerradas.

Pasó la época en que mi perro confundía una pelota de tenis con un limón, y salía a lo correcaminos por la casa, quebrando vidrios y botando al tío cojo. Como también pasó el pastoso sabor de la leche condensada con milo, los roller mulas que te dejaban con un pedazo de cemento en cada mano. Las muñecas barbies que no me regalaban y las amigas falsas. Todo ya fue a pérdida. Y no lo digo en tono agónico. No es que quiera volver a vivirlo. No gracias. Bueno, sí… me quejo, debo reconocerlo. Nunca me gustó mi colegio, nunca entendí porqué los huevitos de chocolate eran huecos y porqué mi perro le mordía las patas a la silla. No me gustó, pero ya pasó. Eso si, tampoco entendí porque la monjas echaron a correr el rumor de que la Moon tenía “contenidos sexuales perjudiciales para las niñas”, y de que había un tipo que esperaba afuera del colegio a las niñas y las tocaba, mhmm… nunca estuvo afuera (Permitánme reír).
No entendí porque hacer jugo de naranja en el vidé era malo e “intrusiar” los calcetines de mi papá era un hecho tan grave como para dejarme encerrada en mi pieza. Qué castigos… En ese sentido debo reconocer que mi mamá nunca fue de certeros castigos. Retos sí, y cachetadas también, de hecho creo que soy cachetona a fuerza de desorden, robo e insulto. Mi mamá tenía toda una performance de la vigila-castigo, nunca supo qué y cómo corregir. Por tanto me torturaba sola auto-prohibiéndome lo que más quería.
Y como no resultaba, comía igual y me retaban, y es que antes robaba. O botaba las cajetillas de cigarro por el “trono-frío-de-papá” tal como las nubeluz aconsejaban. Alguuúna que otra vez regué las plantas con pisco, boté la leche dentro de la lavadora y rompí los tomos de la “Historia de Chile” haciendo obstáculos para los cien metros planos (bien planos en todo caso).

Ahora es otro cuento. Ahora no sé porqué con dos lucas no quedo curá, la cama me aferra a escuchar las sábanas de Bosé, y el micrero no me para la micro. Porqué tengo que leerme este libro y porqué tengo problemas con la autoridad. No entiendo. ¿Aló? Hola, como estás? Bien también…dime… no-nada, en Plaza Italia a las 8. Un beso. Si obvio, estoy depilada. Ja. Chao. No entiendo porque la imagen de ese héroe que baja por la ventana de la lunática tiene la voz corrida de la boca, y los ojos rojos pegados “de soles”. Quizás sea porque la pieza está muy oscura. No entiendo porqué las cortinas se pegan a los vidrios, y nadie me castiga. Y por qué está lloviendo si ya es Noviembre. Ya no veo el sol por el tragaluz, ni hay un desconocido que toca niñas. Ahora es sin “des”. Ahora me trago la luz, pero aún me lavo los dientes con pin-pon, aunque Tonky tonky tonky ton ya pasó y no volverá la Sailor, ni volverán mis viejos, tampoco los entiendo. Ah, y tampoco entiendo por que escribo esto, si debería estar haciendo un guión de monitos.
Posted by Hello

jueves, noviembre 04, 2004

Una toz Trágica


En la compañía de tres personajes fui a ver Tosca, gracias por la invitación, acontinuación un intento de columna para ZC. ¿que opinan? (si al final nadie me lee.. en fin)
Una toz Trágica
Eso de que la vida es rosa es una pomada. Yo a veces me hecho Crema Lechuga, y sé que en la obra que estoy aplaudiendo, Tozca de Puccini, algo hay de cierto. Angustiante. Ahí cuando la Floria Tozca era más celosa que la bruja del 71, ahí cuando el tal “Mario Cavaradossi” pintaba en los murales los ojos de otra mujer, ahí, me doy cuenta de que tengo que echarme la NIVEA. Porque pareciera que siempre voy a terminar haciendo el papel secundario, la sombra del tal Cavaradoss, la directora de orquesta de su escena, la explosión simulada del fin-fusilamiento-esperado. Y eso lo veo en rosa, cuando el cuento nunca empieza. Eso lo veo ahora, cuando el telón se sube, y descubro a los actores alimentando su ego, igual que mi Cavaradoss, error… no “mi”. Sino “su”. Disculpe señora no usaré más su crema Lechuga, tampoco sus pantuflas fucsias, ni su rossen. Disculpe usted el que yo me disculpé desde un comienzo. Disculpe Cavaradoss de ya descubrir su escenografía y extrañar su engaño. Me gustaban los alaridos de la pechugona, y por las dos cosas me identificaba, pero me engañaba. Ella se quejaba como siempre quise hacerlo, se desgarraba los pulmones, igual que yo con mi perra tos, ese es mi papel: un papel anómalo, virulento. Al final terminaron los dos muertos, al mino lo perforaron a balas y la loca-celosa-pechugona, se tiró del techo del “palacio”. Eso es cuento, los dos amantes mueren juntos. Ahora ¿que hago yo (que soy la tercera)?, ¿Le contesto el celular y me pongo el antifaz? ¿Me despido de él, pero queriendo quedarme en él? ¿Dejo que los sentidos sientan sin miedo y me voy a la mierda? ¿Toco con los ojos? ¿Miro con la boca? ¿Erizo los dedos, send?...Ahora que suenan las palmas por alegres elogios, la fosil estucada de mi lado, armada de un microscopio portátil y abanico naftalillento, me mira y me dice, ¡¡¡Apááágue la maldita estupidez!!! ¿¡No ve que esta en el teatro?!. Cierto. Estoy en el teatro, en su maldito teatro y con papel secundario, la principal recibe los elogios. Y Puccini dijo “La vida es trágica”, “Cof” digo yo y aplaudo a la principal. Posted by Hello