lunes, abril 23, 2007

Desde el desde.-

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Desde el desde



Desde el ventanal de mis penas rojas me corre el frío
nuestro nudo nido narrativo
dueño ante la lluvia del rio que ya no volverá / que no será laguna
que no tendrá montajes /que es mortaja que / en la niebla y el pasto húmedo padece el sol ausente.

De las baldosas mojadas el diluvio de mi cama cae encima
de la amargura de tu sabor pasado / de ciclopena / de mares
caracolas de voz aguda de nuestros gruñidos
comprendo la enorme ilusión la gigantesca y maravillosa mentira mi vida volantín
por el palito de maqueta se me quiebra / se me sale / esta noche ya no se cantar tu calle.

Desde la alfombra café de flores odiadas y pelos de perro
me sé tuya por indiferencia porodiosporcarenciasporno padre,
por silogismo sin conclusión
por la miseria de ser bueno.

Abro mi puerta y me encierro en la madera
con el candado de la convicción
del recoveco del nombre, de la sombra pobre de la palabra de
soy la puerta de mi futuro y la voltereta
la bisagra
el doblez
el parche
la partera
las piernas abiertas
los ojos cerrados / húmedos
soy tierra por estar muerta / y útil de hojas
produzco tu producción,
revelo tu fachada coextiendo tu independencia / peso en tu gravedad
gravito en la historia de cementocementerios naranjos o naranjas en flor
calles mojadas y reflejos y luminarias públicas.

Desde los perros vagos de mi vida no escucho el adiós
de Cerati / no cierro la ventana de tu casa
de Silvio / no abandono el almohadón rojo,
no comprendo el jazz, no me tumbo ante mi idea,
ya no espero
marea
no.



A. Ocampo

lunes, abril 16, 2007

Sobre poesía para flojos.-

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Sobre la poesía para flojos


a C.





Me niego a responder preguntas estúpidas y a la poesía para flojos, a la redacción de postal. Me Niego a la rima sin sonido intelectual. Me niego al abuso de los nombres, al formar comunidad. Me niego a las palabras cursis, olorosas, innecesarias. A las palabras crespas de deletreo y significados opacos. Me niego a escribir en personajes, a desdoblar la muerte. Me niego a los poemas románticos, a los ángeles, a los sueños, a las preguntas de boca seca. Me niego a las letras con punto y su mediocridad. Me niego a escribir bien y a entender. Me niego a los hombres polillas faroleros de ampolletas rotas. Me niego a la vejez que busco, me niego al odio hecho músculo. Me niego a los poemas que (me) dicen como siento. Me niego al autoritarismo literario. Me niego a los corazones hinchados y sus sucedáneos peludos. Me niego a los números lectores y los amoríos linkeados. Me niego a hablarte de lo que no soy. Me niego a negarme y reniego de mi nombre tuyo. Niego mi intuición y jocoseo sobre tu debilidad. Niego la buena onda de onda ventisquera vino tinto. Niego la literatura de la copia post, niego el aprender a escuchar las frases y recolectar los malos lectores andantes. Niego que negar la afirmación de tu o(ri)ficio sea necesario. Niego toda actividad textual y a buscar el érase de las cosas. Niego la foto empelotas consecuencia insegura de esqueletos calcinados de tevé. Niego las gracias y niego todo lo que tenga ver con las aves, las camas llenas, los álbumes, los diarios de vida, lo que hice el domingo de ramos. Niego desde toda mi culpabilidad en este caso. Niego a aceptar la palabra como expresión, comunicación, canal, vendaval, espontaneidad. Me niego a leer tu calamidad.


A. Ocampo.



domingo, abril 01, 2007

Enfrazada.-

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Enfrazada



Del gotario de la historia no me queda ningún nombre por pronunciar, ninguna promesa incumplida, ningún deseo salvo el de desear las calles con tu calor con tu sombra tu claqueo tus botines de niño pidigueño del deseo no me queda duda la esperanza, la Andrea de la andre-nalina de tus copas de tus besos de tu desencanto de mis vergüenzas la sonrisa se fue el color rojo con el semáforo te llevaste mis uñas comidas por mi infancia mis piernas arrugadas por la rápida cosecha mi deseo de cuando apunta a tu proyectil de hombre de la historia a cuentagotas de la enfermedad que no ha amainado el dolor trasnochado no huye y la impotencia de nuestras causas trasciende nuestros sujetos que repudian las filosofías de ultratumba que no sienten las palabras lindas y cursis de la historia mayúscula que te quiero contar y en la cual tu rostro plasma sangre de mi ficha no queda ni una i entera y suscrita, ni inscrita, ni declinada, ni inquisitiva por la que entrar y levitar por lo que tengo que decir todo y en lo que todo ha sido dibujado a crayones con voz grave o como diría mi niña chica de trenzas a lápices de cera de muñecas de ojos de lenjuelas de calcetines arremangados de blusas blancas de corbatas grises de géneros colgantes disciplinantes de besos de frazadas calientes que en mi historia de gotas sólo queda y resta a tu cuerpo.



A. Ocampo