Esmalte de Uñas
Tengo toda la noche para sacarme la pintura resquebrajada de las uñas,
Diez mil puntos suspensivos en los oídos,
Y todas las cortinas del mundo para que titile la luna.
Tengo una ampolleta de 100 wats que no responde ante mis ojos oscuros,
Canciones malas y rechonchas que zumban en los parlantes de mi pc,
Y unos lápices de cera que desde el colegio no uso.
Tengo 7 dedos blancos que teclean las 28 letras blancas,
Dos libros pendientes por subrayar,
Y dos cursos aún por pasar.
Tengo el marco de la ventana con hollín,
Una hermana que me recuerda en la edad en que te conocí,
Y una abuela que aún habla de ti.
Tengo un desierto entre las cejas,
Mil kilómetros de dermis en mi hemisferio frontal,
Y la sensación de volverme una vieja infernal.
Tengo el desierto de mi abuela en sus madejas,
El jumper de mi hermana de la jugarreta,
Y la edad para sacar -en limpio- una moraleja.
Tengo dos cejas cristalizadas en las lupas de mis defectos,
Y dos que tres discusiones con mis mujeres,
En las que ellas reconocen mi poca muestra de afecto.
Tengo una de esas noches de las que olvidar,
Una de esas en que los dedos pueden estallar,
Y que la columna seguramente se va acalambrar.
Tengo una noche de esas,
En que rasparme la sangre de la espera,
Deberá sacar de mis uñas el dolor, el color y la moraleja.