sábado, noviembre 13, 2004

El Tragaluz





Cuando chica mi pieza tenia un traga luz espectacular. No tenía que moverme de la cama para ver a la Sailor Moon y el cielo. Sin duda fue un incandescente orgasmo infantil por el sol. Siempre esperé que Tuxedo Mask bajara por ahí. Claro, si hubiera bajado, yo no habría sabido qué hacerle, ahora…10 años después, ya lo sé. Y digamos que prefiero la primera versión, pues la Premium sólo viene a trasformarse en aquello que intenta acallar mi actual fotofobia.
Cumplí años y me fui desarrollando (yo diría desenrollando, pues me dispuse a ocupar mi espacio, para terminar enrollándome, por el espacio ocupado). Así, mi cuerpo y las cosas, como un rompecabezas, se fueron separando, comenzando por mis padres, abuelos, pasando por mis gustos, hasta terminar con mi identidad. Murieron las personas que luego olvidé, y desaparecieron los infaltables.
Ahora ya no veo monitos, ni tampoco los dibujo. Ahora los escribo. Y por lo general lo hago de noche con las cortinas cerradas.

Pasó la época en que mi perro confundía una pelota de tenis con un limón, y salía a lo correcaminos por la casa, quebrando vidrios y botando al tío cojo. Como también pasó el pastoso sabor de la leche condensada con milo, los roller mulas que te dejaban con un pedazo de cemento en cada mano. Las muñecas barbies que no me regalaban y las amigas falsas. Todo ya fue a pérdida. Y no lo digo en tono agónico. No es que quiera volver a vivirlo. No gracias. Bueno, sí… me quejo, debo reconocerlo. Nunca me gustó mi colegio, nunca entendí porqué los huevitos de chocolate eran huecos y porqué mi perro le mordía las patas a la silla. No me gustó, pero ya pasó. Eso si, tampoco entendí porque la monjas echaron a correr el rumor de que la Moon tenía “contenidos sexuales perjudiciales para las niñas”, y de que había un tipo que esperaba afuera del colegio a las niñas y las tocaba, mhmm… nunca estuvo afuera (Permitánme reír).
No entendí porque hacer jugo de naranja en el vidé era malo e “intrusiar” los calcetines de mi papá era un hecho tan grave como para dejarme encerrada en mi pieza. Qué castigos… En ese sentido debo reconocer que mi mamá nunca fue de certeros castigos. Retos sí, y cachetadas también, de hecho creo que soy cachetona a fuerza de desorden, robo e insulto. Mi mamá tenía toda una performance de la vigila-castigo, nunca supo qué y cómo corregir. Por tanto me torturaba sola auto-prohibiéndome lo que más quería.
Y como no resultaba, comía igual y me retaban, y es que antes robaba. O botaba las cajetillas de cigarro por el “trono-frío-de-papá” tal como las nubeluz aconsejaban. Alguuúna que otra vez regué las plantas con pisco, boté la leche dentro de la lavadora y rompí los tomos de la “Historia de Chile” haciendo obstáculos para los cien metros planos (bien planos en todo caso).

Ahora es otro cuento. Ahora no sé porqué con dos lucas no quedo curá, la cama me aferra a escuchar las sábanas de Bosé, y el micrero no me para la micro. Porqué tengo que leerme este libro y porqué tengo problemas con la autoridad. No entiendo. ¿Aló? Hola, como estás? Bien también…dime… no-nada, en Plaza Italia a las 8. Un beso. Si obvio, estoy depilada. Ja. Chao. No entiendo porque la imagen de ese héroe que baja por la ventana de la lunática tiene la voz corrida de la boca, y los ojos rojos pegados “de soles”. Quizás sea porque la pieza está muy oscura. No entiendo porqué las cortinas se pegan a los vidrios, y nadie me castiga. Y por qué está lloviendo si ya es Noviembre. Ya no veo el sol por el tragaluz, ni hay un desconocido que toca niñas. Ahora es sin “des”. Ahora me trago la luz, pero aún me lavo los dientes con pin-pon, aunque Tonky tonky tonky ton ya pasó y no volverá la Sailor, ni volverán mis viejos, tampoco los entiendo. Ah, y tampoco entiendo por que escribo esto, si debería estar haciendo un guión de monitos.
Posted by Hello

1 comentario:

Petruska dijo...

Hola, llegué a través del blog de Roberto aquí. Me gustó leerte, así que te linkearé desde mi local.
Suerte con el guión...
Saludos. P.