miércoles, mayo 11, 2011

aguas ix

Veo como la tierra se ahueca y cede ante mis pies. El horror de la historia y sus líquidos convergen. Brumas, soles, rocas vírgenes que vírgenes exigimos. Ellos devuelven ácido. Son sin rostro son, pero el nombre afirman quienes siguen nuestro alarido. No hay choque, sólo detención. Coordinar es lo difícil. Calzo la cabeza entre las rodillas y rezo a quien no tiene coro ni altar. Cientos de pasos que se enlodan distantes. En las rodillas repletas caen mojados los panfletos de la muerte. Rutas retornan cansadas al cuerpo mal oliente, sin futuro. No hay palabra que mantenga la tierra humedecida.

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