domingo, marzo 13, 2005

La Mujer Chicle .-

Me han educado para ser una Mujer chicle, para siempre estar pegada a otros, resistiendo la soledad que los dos-en-uno se encargan constantemente de disimular. Los dos-en-uno, sépase, lo conforman el núcleo familiar, el colegio de monjas y cualquier ente empaquetado que desde chica me prestó material para morder.

El dejarse la basta a media rodilla, el 7 en el dictado, el vestirse como niñita decente, que la virginidad y que el título, que el qué dirán, que el príncipe azul, que la primera vez, que el aprender a hacer el aseo, que el pararse derecha y entrar la guata, que las niñitas no “huevonean”, no hicieron otra cosa que inflarme e inflarme, produciendo pequeñas bolitas gaseosas que elevándose y creciendo, desde enana me encerraron en el mundo de las barbies, de nicolinni y de las tritón. Aquella burbuja de la infancia era lisa e impenetrable. Dentro de ella existía el ratón mickey, el viejo pascuero, el conejo de pascua, el ratoncito, la elefanta fresia, el trauco y la llorona. Pero poco a poco el sabor acaramelado, a veces mentolado, e incluso de cola, de mi chicle multicolor, fue perdiendo su forma y sabor: conocí a mi primer amor y con ello, la soledad.

Luego de conocer a mi vecino Matias, las hormonas comenzaron a chocar contra las paredes de mi globito fucsia, por los hoyitos se me iba el aire. Él era el hermano de una amiga, dos años menor que yo, y aunque nunca me pescó (creo que mientras él se esforzaba por recordar mi nombre mientras nos encontrábamos en la escalera, yo mostraba mi enorme capacidad de estirarme: lo miraba y le hablaba estupideces, lo intentaba abarcar, pero justo ahí reventaba) me enseñó a ser amiga por conveniencia, a ilusionarme con sus ojos azules y desilusionarme con su indiferencia, a estar sola pero acompañada, a rumiar el chicle, a masticarlo mil veces, en el silencio de un amor secreto. Esa burbuja del amor platónico me dejo con sabor a obsesión y a resentimiento. La goma ya no tenia ni un gusto.

Después de quedar con el chicle desabrido, reventado y con la cara engomada, apareció la sonrisa pep de las mil y una regalías con los profes, con los niños y hombres fantasmas, con las amigas que llegaron y voltearon la cara cuando me desinflaba, cuando ya no era chistosa. Volví entonces, con nuevas esperanzas a masticar el chicle, pero el globo nunca se hinchó como antes, porque caí en cuenta de que las promesas de los dos-en-uno no se ajustaban con lo que vivía, pues después de haber visto como mi padre abandonó su plan matrimonial por una pendeja, y como pasó sobre su palabra, y por ende, sobre mi, a mi cuerpo de pegaloco no le quedó más que cambiar de calidad, sabor y color. Ya no era fácil confiar y por ende, ya nada era perfecto, ni dulce: las burbujas ya no rebotaban, y ya no tenían el inocente sabor a mora o sandía.

Pero como soy una mujer chicle que rumea goma, que se masca los recuerdos, las ansias, los deseos y las ilusiones, siempre termino reventándo, y sacándome los pedazos de la cara, estirándo el chicle hasta más no poder, para así seguir triturándome. Esa es mi dinámica de división y de mutación: mientras más mastico, mas me inflo; mientras más me hincho, más desinflo; mientras más me desinflo hay más chicle dispuesto para masticar. A eso los dos-en-uno le dicen crecer, madurar.Pero ahora, en este globo ya no encierro ni el amor platónico, ni la fidelidad, ahora atesoro mis logros, mis escritos, mi trabajo, pues ya sé que sin ambiciones no hay logros y sin logros no se conforman ambiciones, y lo demás sólo son proyectos, y de proyectos yo no vivo. Comprendí que aunque esté rodeada de amigos, a secas o con cover, confidentes, amigas y compañeros de trabajo, la que se encuentra aislada en su burbuja rosada soy sólo Yo. Burbuja de distancias, de soledad, silencios, y fantasías siempre secretas. En ella voy dando vueltas, entre los zumbidos de los dos-en-uno, que con su aliento hinchador, no me hacen olvidar que al final soy yo, entre muchos yo’s, en una burbuja, entre las burbujas de otros, la que siente el silencio enorme que queda después de un globo reventado.
Cloe Posted by Hello

11 comentarios:

Elisa de Cremona dijo...

Qué bueno! Me ha gustado un montón!! Es una metáfora perfecta! Bien desarrollada y bien terminada.
Un 7, señorita y una estrellita en la manito!
un besote enorme

Sabores y Calles dijo...

Me encantó tu post , lo importante de todas las mujeres chicles es reusarse a ser aplatadas después de ser saboreadas.

Insisto me encantó lo que escribiste saludines

Anónimo dijo...

lo que pasa de niño, es la infancia, que más... de grande queda empezar de nuevo, lo pasado esta pisado y a más pisado mejor

Petruska dijo...

Bueno, el chicle es sabroso sólo al comienzo, después sólo estorba, incluso la butaca del cine es buen lugar para darle un final. Lo interesante de ser mujer chicle hoy, es que mañana te puedes transformar en un delicioso bombón...
Cariños. P.

yole dijo...

¡Qué penitencia desinflada
en globos de chicle!
Si un globo estalla
su sonido de soledad
no miente al sentido;
hay que seguir inflando,
sí,inflando globos seguido.
Mejor morder los chicles
que no el alma la mordida.

Ángel mutante dijo...

Cloe. Te inflo: lejos, pero lejos, lo mejor que te he leído. Ahora sube al cielo, yo te soplo, vuela, yo te sostengo con mis alitas quebradas. Qué placer encontrar letritas tan buenas en el barrio. Una delicia. Y la elefanta fresia que me hizo tantas cosquillas. Y esos chicles que tenían juguito, como besos o falos o sorpresas que van llenando la vida de buenos sabores.
Me gustó tanto poder mascarte de esta manera, aunque puedas quedar estrellada contra tu propia carita, es el riesgo del chicle, que es el riesgo de la vida.

Besitos bazooka y sin pudor a llevar este chicle en mi boca después que tú lo hayas saboreado.
Chaooooo.

Anónimo dijo...

Tan... pero tan bueno que no puedo parar de ronronear.
Fe-li-ci-ta-cio-nes!!!!
Sigo ronroneando como un gato rumiante.
Bien, piba, bien!!!
Ósculo felino!!!
Ci vediamo.

ultra dijo...

No te creo chicle.
De fruta ni menta ni sabores estrafalarios.
No te leo con saborizante.
Te leo chocolate. Amargo dulce blanco o negro. Da lo mismo.
Te leo siempre callada esperando por mas. A veces buscando un recurso mas economico. A veces mas fina y suspicaz.
A veces como hoy. Subestimando.
Siempre busco chocolate. Noches como hoy. Donde veo que si fui chicle sin sabor. Y si me pisotie en el suelo.
Ya no mas
Besos.
A todo esto... Me encanto el post. plop.

El Husar dijo...

"La mujer chicle" mmmmmmmmm... que delicioso CLoe...
bueno en gustos me quedo con uno de menta...y creo que los globitos los reviento dentro de mi boca... "no hacia fuera"... jajaja tu eres experta en eso... te distingues de aquello, esto ya lo habia leido la familia husar con hermana incluida le gusto esto de mascar el chiclesito... un consejo me decia siempre mi anciana profesora de ingles: el chicle mortifica(relativo a la medicina)los dientes...:-( y te los quitaba X·(
y era cierto quitaba vitalidad a mis dientes... ojo con aquello que quita vitalidad querida amiga... chaU y un beso muy grande para ti... mi querida y colerizada cloe...

mirada dijo...

Hola Cloe, gracias por tu compañía, me ha sorprendido para bien. Pues así te he conocido, me quedaré a leerte por descontado, pues me gusta este post, las metáfora es muy buena. Aunque personalmente no me siento chicle ;-) Un abrazo enorme

Zen Rabbit dijo...

Buscando mujer chicle he encontrado tu blog. Me ha hecho gracia porque la definición es algo diferente a la que sacamos nosotras con un libro de tipologías femeninas donde incluía ésta. Veo que tendremos que revisarla después de leer tu extensa descripción y buen análisis.Un saludo.